jueves, 24 de mayo de 2012

Naturaleza para pasar un fin de semana. Parte I.

Y sin salir de casa. Este tiempo anda loco a lo largo del mes de mayo, frío, calor, agua, calor, sequía, frío, calor, tormenta, calor, …. Esta Naturaleza está trastornada. Aprovechando las fiestas de pueblo,  que a pesar del fresco y día nublado no amenazaba agua, en contra de lo dicho en  los telediarios, decidimos salir de excursión por los alrededores de casa, armados con paciencia (difícil con niños) y una cámara de fotos como red de captura. La idea era entretener a los chavales, sacarlos de casa y aprovechar la tardía primavera. Estaba cansado de tanta crisis y Nintendo 3D.
Muchas plantas ya debieran haber florecido, en otros años así era a mediados de mayo, pero en esta ocasión desde hace unos 15 días, la Naturaleza ha explotado de golpe en un sin fin orgásmico de colores, especialmente el color amarillo de la retama, cosa guay para los chavales ya que van a ver colores y formas diferentes, pero no sólo eso, lo interesante es también ver bichos, que en la ciudad son más escasos, según que especie. Lo que hace un poco de agua. Es la culpa del cambio climático.


Foto: retama, la flor predominante en el bosque. Litolander.

En la zona de Ribeira Sacra domina un clima mediterráneo, con una gran diferencia en flora cuando uno parte río arriba por el Sil o el Miño, a partir de la unión de ambos ríos, la cosa de homogeniza.
Así que empezamos por las piedras, enseñándoles como la gente aprovecha sus recursos para fabricar casas, cercados, hasta armas (de hecho íbamos con tirachinas) para caza o defensa, es decir, usar lo primero que tienen a mano. Su importancia para el suelo y las plantas. Aquí unas muestras de la zona, un muro donde queda reflejado el abandono rural, donde antes había cultivo, ahora un bosque (de Acacias), y donde antes había cierto cuidado ahora los muros se desmoronan por la vejez de los que antes trabajaban, su muerte o la pasividad de nuevas generaciones. El campo no da de comer (hasta ahora entendiéndolo como negocio, porque sí que da de comer, si uno se lo curra); quizás con la crisis y como tras una guerra, quien tenga un terrenito tendrá un tesoro.


Foto: muro desmoronado. Litolander.

A lo que vamos, si no enredo con la crisis. En fin, las piedras no tuvieron mucho éxito, feas y pesadas. Las pequeñas como balas para el tirachinas fue lo único respetable por los niños. Aquí vemos vetas de pequeñas pegmatitas encajadas en un granito adamellitico en teoría de 2 micas, pero la facies en esta zona es fundamentalmente biotítica, algo alterada, donde se diferencias varios minerales, especialmente los carboncillos bien cristalizados de Schorlos, entre moscovitas y feldespatos y algún granate pardo medio alterado. La zona no da para mucho más en un radio de un par de kilómetros.



Foto: roca y pegmatitas de la zona. Litolander.

Quería encajar a continuación las plantas, pero como siempre lo más llamativo son los bichos, ya que la temperatura y humedad relativa comienza a espabilar a varias especies. La idea era pillar a alguna lagartija o lagarto joven, pero intentarlos pillar, una simple foto, con chavales es muy difícil, pero los vieron, espectacular el lagarto ocelado. De otros vertebrados, intenté buscar algún escáncer (Anguis fragilis) que estuviese cazando lombrices en el estiércol pero no había, y a ello sumar el asco que producía en la juventud. ¡!Finolis¡¡. Es un lagarto sin patas que me encanta, y la mala fama que arrastra el pobrecillo al ser confundido por los lugareños con serpientes, una de esas cosas que para ir cambiando hay que enseñarlas de jovencillos.
Sólo nos quedó retratar a las golondrinas, un clásico anual, cuyo nido está bajo las escaleras con un par de huevos. Ya somos papis, casi.



Foto: Nido de golondrina y el majestuoso progenitor en pleno canto. Litolander.

De animalicos nos tuvimos que conformar con pequeños invertebrados, especialmente caracoles, vamos que tuvieron éxito y llegamos a montar su miniapartamento durante 24 horas, luego quedaron libres. Hasta hicimos un circuito de carreras, pero se negaban a ir en la dirección de meta. A continuación unas imágenes de éstos.



Foto: caracoles en juerga y su miniapartamento. Litolander.

Éxito también de la tijereta (Forfícula spp), por las historias tenebrosas de las que la acompañé, como esas leyendas rurales de que se metan en el oído mientras duermes, te cortan el tímpano, se te meten dentro y te comen el cerebro. Pobre bicho. Posteriormente, en un arbusto de esos de jardín (exóticos), bonicos, cuyo nombre desconozco, estaba atestado de abejas y abejorros (Bombus spp) lo cual hizo cundir cierto pánico infundado el acercarse a la planta; al igual que la mosca Syrphus spp, al confundirlo con una avispa y que coincidió con miedo por parte de los pequeños, un clásico ejemplo de mimetismo, que vino al pelo para explicarles que es un sistema de defensa de estas moscas par no ser atacadas, una familia interesante y por otra parte beneficiosas para la agricultura al ser devoradores de pulgones, entre otras acciones. Y finalmente cazamos unas chinches  muy comunes en la zona,  presumiblemente del género Pyrrhocoris.





Fotos: el mamporrero botánico, D. abejorro, la mosca  Syrphus cuyos colores la confunden con avispas, la chinche  Pyrrhocoris,  y la tijereta. Litolander.

Seguirán las flores en posterior ocasión.


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